jueves, 28 de octubre de 2010

Q tanto duele que te torturen.

Harold Hillman, director del Laboratorio de Neurobiología Aplicada y catedrático de Fisiología de la Universidad de Surrey (Inglaterra), publicó en 1993 un estudio titulado El posible dolor experimentado durante la ejecución mediante diferentes métodos. Esta investigación le valió el humorístico Premio Anti Nobel de la Paz en 1997.

Su análisis se centro en los siguientes métodos de ejecucion: fusilamiento o disparo en la cabeza, ahorcamiento, lapidacion, decapitación, electrocución, envenenamiento por gas y la inyección letal. Para ello estudio “observaciones de los condenados, exámenes post mortem, estudios fisiológicos en animales expuestos a similares procedimientos y literatura sobre emergencias médicas”. Para estimar el sufrimiento de los ejecutados, Hillman se baso en los signos cotidianos del dolor: “En la vida diaria, una persona con fuerte dolor grita o chilla, transpira, se le dilatan las pupilas, se aparta del estímulo nocivo, mueve los miembros violentamente, contrae los músculos faciales, orina, y defeca”.

El investigador elaboró una tabla con los síntomas que se observan en los condenados en el momento de su ejecución, y otra con las lesiones físicas que estos sufren y la intensidad del dolor que tales lesiones provocan. La mayor cantidad de señales que evidencian el padecimiento de dolor severo se presentan en los casos de ahorcamiento y electrocución, seguidos por los de lapidacion, decapitación y envenenamiento por gas. La muerte por fusilamiento o disparo en la cabeza parece provocar un dolor moderado. El método de ejecucion menos doloroso seria la inyección letal.

Hillman concluye en su estudio: “Sin embargo, a pesar de las pruebas presentadas arriba, se afirma generalmente que las ejecuciones son humanas e indoloras, aunque no hayan sido publicadas evidencias algunas de este supuesto efecto indoloro”.






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